· El círculo
· El águila
· Los rayos solares
· La rosa de los vientos
El círculo, simple y esencial, la más dinámica de todas las formas
El círculo
No tiene principio ni fin, es también considerado el signo de Dios o de la Eternidad. Es perfección, homogeneidad, ausencia de distinción o de división.
El movimiento circular es perfecto, sin comienzo ni fin, ni variaciones; lo que lo habilita para simbolizar el tiempo, que se define como una sucesión continua e invariable de instantes, todos idénticos unos a otros. La naturaleza se rige por este movimiento cíclico, primavera, verano, otoño, invierno una y otra vez infinitamente repetidos.
Las formas circulares representan, además, la idea de unidad y asociación; por la organización y distribución interior de los elementos gráficos, en este caso, abstracciones que evocan a las representaciones de las aves americanas, águilas y/o cóndores.
El águila
El águila es un “animal-símbolo” universal, se lo encuentra entre los principales conjuntos simbólicos de la mayoría de las culturas, donde aparece como intermediario entre el hombre y los dioses.
La velocidad del águila, su vista, sus planeos majestuosos, la posibilidad de volar más alto que cualquier ave no pasó desapercibida por ningún pueblo, y tampoco para las culturas aborigenes que la integraron en su legado simbólico de manera fundamental, desde el Norte al Sur de América.
Se relaciona con el Sol por su fuerza y luminosidad, y esas significaciones se extienden a su plumaje, tomado como signo precioso, atributo tanto de guerreros como de chamanes; las plumas suelen expresar los grados jerárquicos de quienes las exhiben en sus atuendos, en especial las que se usan sobre la cabeza, símbolo de autoridad; algunas otras aves rapaces, como el cóndor y el halcón, son también asimiladas al águila, especialmente en América del Sur.
Las águilas, sintetizadas en este signo se unen en vuelo centrípeto y centrífugo sobre dos fondos circulares concéntricos, planetarios y espaciales generando un juego de figura-fondo reversible en donde se recortan dos coronas de cuatro rayos.
Los rayos solares
Los rayos solares son el símbolo de de la luz que ilumina el sendero del autoconocimiento, de la sabiduría del Ser, de la gnosis que se debe encontrar a través del descubrimiento de lo que se es, de lo que se siente y de lo que se hace.
En este conjunto simbólico, que tiene raíz en lo más profundo de la cultura latinoamericana, se ve representada la rosa de los vientos: este, oeste, norte y sur, como expresión del compromiso inclusivo y abarcador de la organización.
La rosa de los vientos
En la cultura azteca cada una de estas direcciones se relacionaba con el equilibrio de la vida en la tierra, con un dios y su simbolismo. Al Este el Dios de la Lluvia: Tlaloc, iniciador de la vida y la fertilidad. El Este era la región donde había tenido origen el curso del Sol. El Oeste se relacionaba con Chalchihuitl, la Diosa que colecciona el agua en los cenotes sagrados, arcas del tesoro que encierra la vida. El Oeste es la región donde se oculta el Sol, se guarda también la energía. Mictlantecuhtli se encontraba hacia el Norte y era el Dios de la Muerte, del Poder y la Fuerza. El Sur se identificaba con Xochipilli, principal de las flores. Flores y canto son lo más elevado que hay en la tierra para penetrar en los ámbitos de la verdad.